jueves, 2 de julio de 2009

El eco descarriado

Jose Alberto Álvarez Bravo

Los sacerdotes mayores –y los menores- de Ifá, tienen todo el derecho del mundo a decir su opinión, cualquiera que ésta sea. Sólo los intolerantes contumaces se arrogan el "derecho" a prohibirles a otros la libertad de expresión.

Me imagino que "el muerto" les habrá dicho que nosotros también tenemos ese derecho.

Cuando digo nosotros, me estoy refiriendo a los que no coincidimos con los criterios –sean o no propios- de los folkloristas de la Asociación Cultural Yorubá de Cuba (ACYC).

Nuestros respetables babalawos seguramente tienen razón cuando fundamentan su ruego a Olodumare para que acabe la pesadilla en que viven nuestros Cinco hermanos… etc.
Debe ser una pesadilla cumplir una condena en cualquier prisión del mundo, carentes de las condiciones de las cárceles cubanas.

Si fuera posible delinquir en un país y pedir el traslado para purgar la pena en otro, nuestro sistema penitenciario colapsaría por el abarrote.

Imaginemos por un momento cuantos condenados harían cola para hospedarse en el Meliá Combinado del Este, provisto de unas condiciones higiénico-sanitarias que nada tienen que envidiarle a la celda en que Fidel Castro pasó cerca de veinte meses, en el desaparecido Presidio Modelo. O en el Canaleta Tryps; o en cualquiera de los centenares de establecimientos análogos de la isla.

De las ofertas gastronómicas en las prisiones cubanas, es preferible no hablar, para no concitar la malsana envidia de los chefs franceses. Y del trato de los "empleados", ni qué decir.

Tienen razón el señor Castañeda y los siete consejos de sacerdotes mayores: somos hombres y mujeres libres y alzaremos nuestras voces tantas veces sea necesario, hasta lograr la libertad de estos dignos hombres, lo que sucede es que mientras ellos tienen en mente a los Cinco, nosotros pensamos en los cubanos que "disfrutan" de hasta 28 años de "hospedaje", sólo por haber hecho uso de ese mismo derecho a alzar sus voces tantas veces fue necesario.

En lo que no coincidimos con nuestros "padrinos", es en su pretensión de hacerse eco del sentir de los cubanos. Creerse con derecho a hablar en nombre de todos los cubanos, debe ser una mala lectura del Ifá de Orula.

Sepa el señor Castañeda, que no todos los cubanos nos sumamos a su servil coro. No tenemos igual voluntad de sumisión a los que mandan, ni andamos "luchando el baro" con los turistas "yumas". Nos arriesgamos a podrirnos –perdón, debí decir disfrutar- en las moradas del Oshosi verde olivo, con tal de decir lo que estos hábiles artesanos de la credulidad ciudadana no se atreverían ni a pensar.

Aunque nuestro clamor les llegue sólo como un eco descarriado.

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