Todos los días no se encuentra a alguien capaz de dar la vida por salvar la de otro, y este es el caso de Santiago Pérez, un joven cubano que pasaba un rato junto a su esposa y su pequeña hija en el parque Amelia de Hialeah, que al ver que un niño se ahogaba por haber caído al lago, sin pensarlo dos veces se lanzó al agua a rescatarlo.
Hoy el pequeño sonríe gracias a este buen samaritano, quien sin recibir mucho agradecimiento de parte de la familia que por un momento abandonó al niño, se vio obligado a marcharse empapado en agua y sangrando en su mano derecha.
Al preguntarle si esperaba algo a cambio por su acto heróico, sólo me respondió: s me fueran a dar la libertad de mi Cuba.
miércoles, 14 de octubre de 2009
Héroes anónimos
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