Por Aimée Cabrera.
Este año se celebró una jornada por el centenario del nacimiento de Ignacio Jacinto Villa Fernández, Ignacio Villa, más conocido por Bola de Nieve. Nació a las 6 y 30 de la mañana del 11 de septiembre de 1911, en la Calle Máximo Gómez No 32 en Guanabacoa. Falleció en la madrugada del 2 de octubre de 1971 en México.
El 2 y el 3 de octubre sus restos reciben el homenaje de amigos y admiradores en la capital azteca. El 4 de octubre arriba su féretro al aeropuerto José Martí de Rancho Boyeros y fue transportado de inmediato a la funeraria Rivero de Calzada y K.
Allí, sus familiares, amigos y pueblo en general le dieron muestras de respeto y veneración hasta que el cortejo fúnebre partió de La Rivero a las 9 de la mañana del 6 de octubre, para darle sagrada sepultura en el Cementerio de Guanabacoa.
Fue un entierro multitudinario, apenas había espacio en la pequeña necrópolis donde se escuchaba una grabación de la interpretación inigualable que hiciera del vals La Flor de la Canela, de la autora Chabuca Granda, uno de sus principales éxitos. El poeta Nicolás Guillén pronunció las palabras de despedida.
La amplia jornada cobró el interés de quienes no lo conocieron, quizás por ser este el año en que se hace justo homenaje a la herencia africana tan arraigada en la Isla de Cuba.
Ignacio Villa despuntó desde muy joven por su talento y carisma. Compartió escenarios con los cubanos más grandes de su época como Rita Montaner, La Única, el pianista y autor Ernesto Lecuona, o la intérprete Esther Borjas, entre otros.
Viajó el mundo entero antes y después del 1959, cosechando infinitos éxitos en países de todos los continentes. En sus estancias en Cuba aparecía con frecuencia en programas radiales y televisivos, así como en galas teatrales y en su espacio en el restaurante Monseñor en 21 y O en el Vedado.
Su estilo único al tocar el piano iba acompañado de una voz muy peculiar con un acento del que él se mofaba. No obstante, gozaba de popularidad, aún en los círculos más exquisitos.
Participó además en filmes argentinos y mexicanos. Para el cine cubano, ya instituido el ICAIC colaboró con su participación en el documental Nosotros, La Música de Rogelio París, y en el animado Viva Papi de Juan Padrón. Como homenaje póstumo, la cineasta Mayra Vilasis realizó Yo soy la canción que canto.
Otros que se sumaron al gran homenaje fueron los miembros del grupo teatral Teatro de las Estaciones de la provincia de Matanzas, quienes ofrecieron en el Teatro de la Orden Tercera, en Oficios esquina a Churruca en La Habana Vieja, su espectáculo musical con títeres y actores Por el Monte Carulé.
Por otra parte, el grupo Danza Teatro Retazos ofreció en su memoria el espectáculo Tú no sospechas en Las Carolinas, sita en Amargura No 61. Salas de cine como las del multicine Infanta proyectaron materiales dedicados a Bola de Nieve.
Un momento culminante fue el homenaje que le hicieran al Bola en la Calle de Madera, en la Plaza de Armas, donde el declamador y pianista consagrado, Luis Carbonell, deleitó al público con su profesionalidad y lucidez de siempre.
El testimonio de su vida, del que existen tantas anécdotas, quedó recogido en el volumen “Deja que te cuente de Bola” de Ramón Fajardo Estrada, de reciente publicación donde se entremezclan documentos y testimonios que profundizan en la vida y obra de Ignacio Villa.
Por último, fue entrevistado el artista de la plástica Félix Madrigal de Sancti Spíritus, quien realiza una escultura de Bola a escala normal, se encuentra en la fase del trabajo con barro, en el taller Volumen y Espacio, donde hace su obra escuchando canciones interpretadas por Bola, y al que se refirió deseando “sacar de ese gran músico elementos que nos den toda la alegría que él nos transmitía”. Esta obra será a escala normal, fundida en vidrio, y mostrará al eterno intérprete sentado al piano, con la plasticidad que lo caracterizó; la misma será donada por el artista al Museo de Guanabacoa.
“Recuerdo cuando estudiaba en el Bachillerato del Vedado, y veía al Bola en su carro con chofer particular, siempre de traje, bajando por la Calle D, ¿iría a casa de su amiga Gladys Zurbano? (actriz)- evoca una jubilada residente en esa barriada capitalina.
“Lo recuerdo saliendo del Canal de la Calle P con traje, chaleco y sombrero, el cual ladeaba para saludar, con el glamour propio de los de su generación , ahora hasta las personalidades visten de manera muy informal, vale la idea de hacerle una escultura, o varias, él se lo merece”- concluye otro admirador.
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