Por Aimée Cabrera.
Los trabajadores de la dulcería de la cadena Sylvain ubicada en Infanta y Valle, municipio capitalino de Plaza carecen de aire acondicionado por estar roto. La empresa a la cual pertenecen, no se hace responsable de la reparación del equipo. En iguales condiciones están las neveras donde se guardan refrescos, aguas y cervezas.
El calor es insoportable en el antes refrescante recinto. Las dependientas lucen sudorosas y fatigadas. Los posibles clientes entran y salen: pocos se deciden a comprar alguna mercancía.
Los caramelos y chocolates se ven blandos y los merengues desaparecieron de los dulces. Los únicos productos que no sufren del calor son los distintos tipos de helados Nestlé que tienen su nevera promocional. “Nestlé nos prohíbe guardar algo en su nevera que no sea de su marca”, apunta una dependienta ante la sugerencia de una asidua cliente.
“Tenemos que arreglar el aire y pagarlo nosotros. Ya vino un técnico y sabemos que son unos 80 CUC. Imagínese que situación. Nuestro salario es de 250 pesos (CUP), no tenemos ayuda”, explica la otra dependienta a un cliente que se lleva un par de botellas de refresco caliente, y expresa su disgusto e impotencia con un gesto.
Muchos trabajadores cubanos no tienen atención alguna por parte de quienes los dirigen. La administración y el sindicato son indolentes y exigen a los trabajadores que se hagan responsables de los mantenimientos, como sucede también con los taxistas arrendados al estado (Ladas amarillos) que cobran la carrera en pesos. Ellos dan una parte de la recaudación al Estado y con lo que queda deben vivir y acometer las reparaciones que necesite el auto.
Así, las atentas chicas del Sylvain de Infanta y el resto de los trabajadores de este centro, tendrán que hacer malabares para poder arreglar el aire acondicionado y la nevera cuanto antes, con vistas a evitar el cierre que ponga en peligro sus plazas laborales.
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