miércoles, 13 de enero de 2010

No quiero para otro pueblo, lo que sufre el mío

Por el comunicador comunitario Alberto Reyes Morales.

Me he relacionado con el señor Felicito Mena Contreras, que reside en Prolongación de Martha Abreu No.93 A entre B y C, Reparto Virginia, Santa Clara, Villa Clara.

El señor Mena me ofrece una panorámica de lo que ha sido su vida a partir de 1988, fecha en que partió a lo que él entendía era su deber revolucionario a territorio angolano a cumplir misión internacionalista:

"En ese año, en el mes de julio lleno de fervor revolucionario partí hacia la República de Angola para proteger su integridad territorial, amenazado por el gobierno de Pretoria y otros enemigos internos. Sólo contaba con 23 años, junto a mí con iguales pretensiones, partió un numeroso grupo de jóvenes. Muchos de ellos no regresaron, otros recibieron graves heridas, que dejaron en sus vidas, dolorosas secuelas".

"Ya en territorio angoleño estuve en diversos lugares en conflicto: Menongue, Kuando, Kubando a 80 Kms de Kuito Kuanabale. Participé en numerosos combates, viendo cerca de mí la muerte, el terror de mis compañeros y el mío propio, cuerpos destrozados por minas y otros artefactos explosivos. Cuando los hechos bélicos perpetrados en Kuito Kuanabale, la cercanía a este territorio nos convertía en blanco apropiado de la artillería y aviación enemiga. Días y noches en constante tensión, el miedo hacía presa de nosotros".

"Transcurrió poco más de un año y regresé a Cuba el 3 de enero de 1990. Fui recibido en la Terminal Aérea por dirigentes y militares. En mi pecho ostentaba con orgullo una medalla de cumplimiento de primera clase y otra Cuba-Angola".

"Laboré de forma ejemplar en diversos centros de trabajo, hoy estoy trabajando en áreas verdes, en la Empresa de Servicios Comunales de Santa Clara, y devengo 280 pesos en moneda nacional".

"Actualmente tengo que recurrir a realizar diversas actividades ilícitas, que se hacen imprescindibles para mal vivir en este país. Sin embargo, puedo hoy hacer una triste comparación con los actuales internacionalistas. Ellos acuden en misiones que los dotan de envidiables recursos económicos, no corren los riesgos mortales como los que yo corrí un día, cuando partí hacia la guerra".

"Hoy se disputan por ser aceptados para cumplir misión en diversos países. Cuando regresan los he visto con enormes paquetes de artículos, que en Cuba cuestan una fortuna. Además devengan salarios altos, que les da la oportunidad de ser una clase social diferente y superior a la mayoría de los cubanos".

"El internacionalismo en Cuba ha tenido dos matices que se contraponen entre sí. Internacionalistas que al igual que yo viven en la miseria, sin ningún tipo de ayuda estatal, e internacionalistas actuales que ostentan nivel económico superior que el cubano de a pie".

"Hoy tengo 44 años, la experiencia acumulada realmente me convierte en un hombre mucho más viejo. No me interesa para nada la política, pero realmente si en aquellos tiempos fuera tan experimentado como hoy, no hubiese ido a la guerra a Angola. No quiero para otro pueblo lo que está sufriendo el mío".

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