La Nueva Cuba, Mayo 18, 2009
Un artículo del Director del Diario oficialista cubano Granma, Lázaro Barredo Medina, bajo el sugestivo título de "Necesitamos “aterrizar” ante la crisis", activa las alarmas de la nomenklatura cubana, al tiempo que trata de atajar el galopante descreimiento de la ciudadanía ante los fatigosos y gastados "mantras" justificativos de medio siglo de irresponsabilidad fiscal, desgobierno y dependencia en subsidios de distantes ex patrones o cercanas neo-colonias.
El régimen se aprieta los cinturones mientras se prepara para lo peor. El escenario potencial del impacto de una "tormenta perfecta" económica, social y política, se cierne sobre el horizonte de la anquilosada tiranía y cada día son más angustiosas y precisas las lecturas de los barómetros de Cuba...
El Sr. Barredo apunta en su artículo:
"El sobreconsumo de 40 000 toneladas de combustible en el gasto eléctrico —durante los primeros cuatro meses de este año— es una expresión de que muchos compatriotas no están viviendo en este planeta, no tienen suficiente comprensión de lo que está ocurriendo en la mayoría de los países, donde el desempleo por el cierre de centros de trabajo, la pérdida de las viviendas, la suspensión del acceso a las necesidades básicas, la quiebra de bancos y otros muchos fenómenos, se han convertido en algo habitual.
La solución más fácil para enfrentar este disparatado derroche sería acudir de nuevo a las drásticas medidas de los apagones, de la parálisis de instituciones administrativas; pero el asunto es mucho más complejo, porque la demanda esencial de este instante es asimilar con plena conciencia en cada centro de trabajo, en cada vivienda, lo perentorio que resulta aplicar una férrea política de ahorro que no solamente atañe a la electricidad, sino que ha de extenderse a todo cuanto nos rodea en la vida cotidiana."
Barredo, un antiguo oficial de los servicios de la Inteligencia cubana tiene acceso a información sensitiva interna y a los "Estados de Opinión" que miden la temperatura interna de los niveles de frustración, ira y desesperación del cubano de a pie e incluso de los propios miembros de la nomenklatura, profundamente dividida como nunca antes frente al proceso de consolidación del poder por parte de los raulistas generales-empresarios y sus asociados civiles. Quizás es por ello que Barredo señala:
"Asombra que a estas alturas muchos compañeros no aprecien la gravedad de lo que está sucediendo en el mundo, lo vean como algo ajeno y lejano y por eso no "aterrizan", no comprenden que nuestras posibilidades importadoras en las relaciones económicas están perjudicadas por las caídas de los precios de casi todos nuestros principales productos exportadores, los problemas originados en la balanza de pagos de la nación con el mundo exterior, los graves daños de los huracanes y el criminal bloqueo yanqui, sino también porque la insoportable carga de la crisis económica y financiera global afecta a todo el mundo, incluidos nuestros principales socios económicos y comerciales como Venezuela, China, Rusia, etc., y a no pocas entidades privadas empresariales y bancarias con las cuales tenemos fluidas relaciones.
La mentalidad gastadora que persiste en muchos de nosotros, como si nada estuviese ocurriendo a nuestro alrededor, se torna más intolerable en estos momentos."
El veterano aparatchik del régimen confirma que se agotan las escazas reservas del régimen, califica de "quimera" lo que afirma muchos cubanos piensan de que el simple ahorro de electricidad resuelve "el asunto". Barredo pasa a admitir que "no hay más dinero". Por supuesto que los antiguos, actuales y potenciales "aliados, amigos" del régimen Rusia, Venezuela y China, amén de los empresarios extranjeros que roen de los despojos de la economía cubana, se encuentran imposibilitados de proporcionarles créditos sustanciosos -que La Habana termina indefectiblemente por dejar de pagar- o subsidiar la siempre infinita sed de moneda convertible de la fosilizada nomenklatura cubana en el poder.
Con un tono saturado de amargura, impotencia y angustioso el Torquemada del castrismo sentencia:
"Para amortiguar los efectos de la crisis, contamos con algunas reservas que están a nuestra mano, como ofrecer respuestas verdaderas al justo reclamo que reiteradamente nos ha hecho Fidel de cuánto podemos lograr con el ahorro de combustible —incluida la evitación del robo—, y de energía si hay comprensión y disposición de los trabajadores y los dirigentes, de la sociedad en su conjunto, para hacerlo con plena conciencia de la responsabilidad que nos atañe a todos por igual en esta tarea, porque nos va a reportar un beneficio por igual a todos.
Es imprescindible cortar esa falsa y egoísta mentalidad que tiene mucha gente al pensar que cuando paga el derroche con su cuenta eléctrica del centro de trabajo o de la vivienda ya resolvió el asunto. Esa quimera nos conducirá a los apagones, porque no hay más dinero y solo el sobreconsumo de estos cuatro meses le costó a la nación entre 12 y 15 millones de dólares por encima de lo previsto."
Las advertencias y alarmas sobre la gravedad de la situación interna y de la posibilidad de estallidos sociales violentos llegan de todo el espectro de esa amalgama de amantes de la hace décadas inexistente "Revolución Cubana"; espectro integrado en la Isla por socialistas, troskistas, marxistas teóricos y "prácticos", miembros del PCC, académicos e incluso de intelectuales y canta-autores agazapados en sus todavía confortables paraísos artificiales fuera de Cuba y de aquellos turistas-políticos, compañeros de viaje de origen extranjero que aún sufren de los efectos colaterales de una aguda y al parecer incurable castro-adicción.
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