viernes, 2 de julio de 2010

Derecho inaplicable

Por Aimée Cabrera.

La XIX Copa Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010, se celebra este año en una nación que se destaca por la identidad de los anfitriones, y la idiosincrasia heterogénea de sus visitantes.

Estos últimos han incorporado al maquillaje y atuendos con los colores de la bandera de su equipo favorito el toque africano de esta cita del Deporte Rey; cuando las cámaras muestran a los extranjeros en las gradas, todos lucen felices de haber hecho realidad su sueño, que no es más que asistir allí y regresar a su país.

Casi todos los pobladores del mundo pueden hacerlo, pero el cubano aún no lo puede materializar después de tantas décadas en que la soñada apertura parece no llegar jamás.

Una nueva modalidad para que el público salga de casa es transmitir los encuentros en salas de cine.

Céntricos cines como el Yara y el Payret se suman a la novedad. Son muchos los que la han hecho suya porque la casa les queda chica y molestan a quienes desean ver otras programaciones. También se hacen concursos y se entregan souvenirs de La Copa a los ganadores que son los que tienen a mano un correo electrónico para responder cuanto antes.

En reciente reportaje del noticiero televisivo, se veían grupos de jóvenes que salían del Yara y hablaban eufóricos de los partidos, en la esquina de L y 23; mostrando camisetas, banderas y maquillajes en las mejillas con las banderas de Alemania, Argentina o Brasil. No obstante algunos preferían quedarse callados por miedo a expresarse en demasía.

El cubano que ama los deportes y no se pierde la transmisión de ningún evento celebrado en cualquier punto del orbe, se pregunta hasta cuándo sufrirá esta injusta prohibición. Según establece el Artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: “1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. 2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país”.

El Estado cubano dice que todos los artículos de la Declaración se respetan y que lo ponen en práctica; sin embargo, el 13 no se lleva a la práctica en su totalidad. Hasta la fecha el gobierno ha agrupado a quienes pueden salir del país de la siguiente manera: los que salen por contratos de trabajo, o estudios, los que son invitados por un familiar o los que deciden emigrar, que aquí es sinónimo destierro.

Duele ver que para que un cubano pueda asistir a un evento deportivo o cultural de renombre, tiene que residir en otra nación. El gobierno que representa a su patria, manipula, chantajea y presiona al ciudadano medio. Ese es uno de los "por qué" del obsesivo deseo de emigrar del cubano.

Los que tocan los claxon de carros que llevan las banderas de los equipos predilectos, cuando estos ganan, se suman a la pasión de los que no se han perdido un partido, todos sueñan con poder viajar, pero deben decidirse por expresar sus criterios, con fuerza, ojalá sean escuchados y respetados en estos tiempos de cambio.


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