Barcelona/ Mambises en A/ El agua es un problema en todo el país, pero no solo la potable, sino también las albañales y las que se acumulan por no tener correctos conductos de salida. Con solo 3 ejemplos de provincias diferentes se puede constatar que es casi una pesadilla para los pobladores de diferentes lugares del país.
San Antonio de los Baños, conocido por “la Villa del Ariguanabo”, en la provincia Artemisa, es por estos días un pueblo agobiado por una implacable epidemia de insomnio.
Esto se debe a que los quehaceres hogareños de los ariguanabenses comienzan a las tres o las cuatro de la madrugada, y no es porque sea un pueblo con predilección por la nocturnidad, sino porque es en ese horario cuando llega el agua a sus llaves y cisternas. Sobre todo por el hecho de que no se sabe cuándo volverá y la gente se empeña en acopiar toda la que puede.
La escasez del preciado líquido se ha hecho habitual en el pueblo, el abasto de agua se ha vuelto muy inestable y explican que el motivo es que el motor que la bombea fue cambiado por otro, que no tiene la misma potencia y eficacia.
El motor que estaba puesto lo trasladaron para Artemisa, la cabecera de provincia, recientemente creada. Esto es algo que está ocurriendo muy frecuentemente, como se dice en el lenguaje popular desvisten un santo para vestir a otro, y es que el gobierno provincial toma estas disposiciones para favorecer a la nueva capital.
Si bien San Antonio en la actualidad aguarda en la madrugada el sonido del agua en sus llaves, de forma contradictoria, las autoridades rompen las calles buscando soluciones a los problemas del alcantarillado y allí dejan los huecos.
Esto caracteriza el entorno urbano de las ciudades y pueblos cubanos, producto del descuido y la indolencia. Pero no solo en este pueblo artemiseño, si usted recorre cualquier otra comunidad, allí encontrará una muestra de lo que no debe ser.
En el Rincón, municipio Boyeros, en la capital del país, en su calle principal y a solo unos pasos del lugar conocido como “las Cuatro Esquinas”, hay un enorme hueco en la acera que está lleno de agua y que constituye un serio peligro para los que transitan por el lugar.
No solo es amplio y profundo, sino que no tiene ningún cartel que advierta de que está ahí, y bajo él corren las aguas albañales. Pero lo que no se entiende es cómo estando a la vista de todos lleva más de un año sin repararse. Podría preguntarse quién se ocupa del bienestar público y la seguridad de los habitantes de este barrio.
Y como las tres provincias están muy cercas, Mayabeque cuenta también en Quivicán su historia de agua. Y es que tiene una característica que lo define, no posee alcantarillado.
Cuando llueve el agua se adueña de sus calles por mucho tiempo, ello a pesar de que este pueblo se cuenta entre las primeras veinte villas fundadas en Cuba.
Sus calles se observan fangosas y en mal estado, y el agua que se acumula en su deteriorada estructura urbana, apenas puede correr por los antiguos canales que bordean el pueblo, donde en esa especie de conductos se estanca, pues este canal es interrumpido por improvisadas construcciones, y en muchas de sus partes ha sido clausurado.
El agua llega a ponerse verde y sobre ella flotan desde jabas de nylon, pomos de plástico, cajas y hasta ratones muertos. Esto es una muestra de cuan primitivas son las normas de higiene en este pequeño lugar de la provincia Mayabeque.
Informó desde La Habana, Cuba, Misael Aguilar Hernández, Red Cubana de Comunicadores Comunitarios.
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