miércoles, 7 de abril de 2010
Gobierno de Cuba fomenta odios regionales
Por Jaime Leygonier/ Colabora con Hablemos Press.
Ciudad Habana, CIHPress — Jamás vimos en Cuba tanto fanatismo por los equipos de pelota y odios regionales como los que estimuló el Gobierno en estos días con el campeonato nacional de baseball.
En la calle discusiones de violencia inusitada y hasta riñas por los méritos de cada equipo recordaron males del fanatismo del football en Europa ignorados en Cuba hasta ahora.
"Jamás he visto algo igual", es la frase que repiten observadores del pueblo, y los mismos deportistas entrevistados.
En Cuba el deporte nacional es el juego de la pelota - baseball, introducido desde los E.E.U.U. en el siglo XIX - no es la primera vez que lo emplea el Estado para distraer al pueblo de sus acuciantes problemas o exaltar el nacionalismo, pero esta vez no sólo consiguieron enajenación extrema, sino que atizaron odios entre las regiones.
Un hombre maduro opina: "En La Habana viven personas de todas las provincias de Cuba; de niño jamás oí de rencillas por regionalismo; siempre hubo algo entre habaneros y santiagueros u orientales, que los habaneros acusaban a los santiagueros de jactarse mucho de su tierra y los santiagueros a los habaneros de creerse mejores; pero no pasaba de ahí. No oí nunca chistes contra los pinareños hasta los años 80; y ahora lo de la pelota es increíble: ¡Discusiones a gritos - y no en broma - entre desconocidos en las colas!"
Otro testimonia: "A mí no me interesa la pelota, por eso me doy más cuenta de la locura que armaron. En el solar junto a mi casa hubo pelea a machete, porque apuestan dinero y después el que pierde no quiere pagar. Hace años empezó el Gobierno a vender Poll overs - playeras - y gorras con los colores e insignias de cada equipo regional, con la escasez de ropa que tenemos, que a veces los niños que juegan parecen sacados de un documental sobre África, y el estado invirtió en eso, $80 pesos cada pullover, y la gente este año los compró, se uniformó en masa, pintaron letreros de "tal equipo campeón", le rompieron los letreros al otro equipo, y se olvidaron de las colas y los problemas y de que no hay dinero ni arroz. Muy bien, pero demasiados insultos y violencia."
Otro entrevistado: "La pelea multitudinaria en el estadio de Sancti Spíritu es lo de menos, eso puede ocurrir en cualquier juego; pero antes el habanero se burlaba del guajiro - el campesino - pero no por ser de una región especifica, desde hace algunos años "se regionaliza" ese tipo de burla y ahora con la pelota peor, jamás oí decir nada contra los de Santa Clara hasta hace unos días. Es sabido que hace varios años a los contingentes de policías que traen de Oriente, de Guantánamo, jóvenes muy pobres, marginales, sus instructores les inculcan que los habaneros los desprecian, se burlan de ellos y tratarán de perjudicarlos; y se lo repite un alto jefe en el discurso de graduación, con eso se sienten en La Habana como soldados extranjeros en país ocupado."
El terreno en que se fomenta esta división está abonado por leyes que prohíben a los habitantes de otras provincias establecerse en La Habana, permanecer en ella sin permiso temporal de trabajo para el Estado, y que los multa y destierra en tren como a inmigrantes ilegales, y hasta puede condenarlos a prisión si reinciden en vivir sin permiso en la que un reciente slogan gubernamental llama: "la capital de todos los cubanos".
Todo lo cual tipifica como "delito de apartheid" según leyes internacionales, el Pacto de la O.N.U. contra el Apartheid, y según la Constitución y el código penal vigentes en Cuba.
En su peor crisis el Régimen aturde al pueblo brindándole la especialidad de la casa: Un coctel con dos formulas de poder: "Pan y circo" y "Divide y vencerás". Falta pan, sobra circo, la violencia por la vida angustiosa la canalizaron al deporte y contra el de otra región.
Y les funciona… pero es una bomba social de tiempo, se acabarán el pan y el tiempo.
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