Camagüey, CIHPress — Nuevas víctimas de los escuadrones de la muerte representado por la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) en esta ciudad de Camagüey, ingresan a prisión acusados de cargos de atentado luego de ser apaleados y lesionados de gravedad por las fuerzas represivas en las calles.
Los pormenores del caso nos llegan a través del joven Ramón Romero Varona, de 22 años de edad, estudiante de la faculta de medicina, que el pasado 13 de marzo después de compartir con su esposa en el centro nocturno El Colonial, ubicado en el centro de la ciudad, cerca de las 2 de la mañana cuando se dirigía a su domicilio acompañado de las también estudiantes de medicina Miyenis y Dianellis, fueron abordados por cuatro agentes policiales que se encontraban de recorrido en el carro patrullero número 415.
Sin pedir identificación se abalanzaron sobre ellos en plena vía pública, maltratando y humillando verbalmente a las tres mujeres, menoscabando la dignidad de las mismas al increparlas como prostitutas.
Según el joven estudiante, quien respondió en defensa de sus derechos, alegando que eran estudiantes y militantes de la juventud comunista, fue cuando más ira provocó en las bestias uniformadas que comenzaron a apalearlos, golpeando a las mujeres con sadismo desmedido para luego lanzarlos para el interior del vehículo policial vaciándole un espray en los ojos.
Conducido a la primera unidad de la PNR y ya en el calabozo, escuchó la orden de un oficial del ministerio del interior que afirmaba "métele duro a este negro que está fuerte".
Lesionado gravemente en el acto represivo resultó la joven Odelaysi Oliva González, vecina de la calle Martí No 585 entre Desengaño y Sedano en esta ciudad, quien es débil visual y al perder los lentes de contacto cayó sobre el asfalto, ocasión en que los uniformados la emprendieron a patadas con ella.
La historia se repite una y otra vez. El gobierno y la fiscalía encubren y mantienen impune estos crímenes. Mientras los carniceros del “Escuadrón de la Muerte” al servicio del régimen, continúan masacrando a la población en las calles camagüeyanas, evidenciando así un desenlace sangriento como la única forma de subyugar a un pueblo sumido en la miseria, la opresión y el terror.
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