La Habana, 19 de abril.- En el parque central de la Habana, Orlando Zapata Tamayo, se dio a conocer como un activo miembro del opositor Movimiento Alternativa Republicana. Junto a Henry Saumell, ex prisionero político exiliado en los Estados Unidos, y otros activistas, Zapata promovió las Penas Disidentes.
Allí junto a la estatua del más venerado de todos los cubanos, José Martí, el albañil de la piel negra fue detenido y golpeado en varias ocasiones por la Policía, por distribuir declaraciones de los derechos humanos y literatura censurada por el régimen comunista.
Orlando Zapata Tamayo, no fue un delincuente como asegura el gobierno que le truncó la vida. Fue un incansable luchador por la democracia y los derechos humanos del pueblo cubano.
En la calle y en la prisión mantuvo en alto los ideales que abrazó. “Si el destino de Orlando Zapata es morir, va a morir de frente”, dijo su madre Reyna Luisa Tamayo Danger, durante una entrevista concedida a este periodista en septiembre de 2009. En esa ocasión, Reyna denunció la golpiza de que fue víctima Zapata por los carceleros, mientras mostraba un pulóver blanco con manchas de sangre.
Hoy el cubano contestatario, ya no se encuentra físicamente entre nosotros, murió el 23 de febrero pasado, tras protagonizar una huelga de hambre de 85 días en rebeldía contra el régimen castrista.
El legado de Orlando Zapata Tamayo está presente a lo largo y ancho de Cuba, como un puño de combate frente a la opresión imperante. Patentizando con creces una bandera que guía a los hombres y mujeres a los cuales se les pisotean sus derechos. Al decir del Apóstol José Marti: “Un principio justo desde el fondo de una cueva puede más que un ejército”.
Reportó desde la Habana el periodista Carlos Serpa Maceira.
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