Por Ubaldo León León, de Manzanillo, Granma.
El 23 de febrero en horas de la mañana una sensación rara y de extrañeza pesaba en el ambiente, era como si faltara algo, y mientras pensaba en el asunto unos toques en la puerta me sacaron de mis cavilaciones. Cuando abrí la misma me di cuenta de que era lo que faltaba, pues allí estaba de pie el oficial de la Seguridad del Estado, Edel, mientras otro le esperaba en la ya familiar moto azul de la marca Suzuki. El motivo de la visita era el mismo de siempre: la advertencia o amenaza de que no iban a permitirnos hacer actividades ni reuniones en vísperas del 24 de febrero.
Cuando se marcharon me dispuse a ir a la casa de Tania de la Torre Montesinos, mientras echaba un vistazo a las ruinas de mi derrumbada casa pensaba en lo inútil de las amenazas recibidas y en la falta de conciencia de estos señores, que ven a su pueblo sufrido, aferrándose en mantener a un gobierno hipócrita y cruel. Por casualidad pasé frente a la sede municipal del Partido Comunista de Cuba, y no me sorprendió ver el perfecto estado de ese edificio recientemente reparado y pintado, pues ya había escuchado decir que era de referencia nacional. ¡Qué falta de vergüenza!
Cuando llegué a casa de Tania y le conté de la visita recibida me dijo: “Ellos andan alborotados porque lamentablemente ha muerto el prisionero político Orlando Zapata Tamayo”. La tristeza hizo nido en nuestros corazones y el deber nos dictaba que no podíamos quedarnos sin hacer algo, por lo que decidimos poner en las puertas de nuestras casas un lazo negro en señal de luto y asistir a la iglesia para pedir por el alma de este hermano convertido en mártir y por todos lo que aún permanecen en prisión.
Orlando Zapata Tamayo, tu muerte física nos ha hecho más fuertes, y ahora vives en cada uno de nosotros con la esperanza de que algún día podamos librarnos de la tiranía que hoy agobia a nuestra Patria.
Manzanillo, Granma, 16 de abril de 2010.
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