lunes, 4 de octubre de 2010
Fiesta por los CDR sin cederistas
Por Jaime Leygonier/ Hablemos Press
Fotografía en el Barrio Obrero, San Miguel del Padrón, un vecino elabora caldo para la fiesta oficial de los C.D.R; supuestamente todos los vecinos deberían festejar junto a la olla. Foto: Jaime Leygonier.
El pueblo habanero se negó pasivamente a celebrar la fiesta oficial del 28 de septiembre por el aniversario 50 de los Comités de Defensa de la Revolución. Hubo escasos festejos: música grabada alta y una docena de asistentes, la mayoría niños, y casi en ningún hogar colgaron la bandera.
La apatía a las celebraciones oficiales evidente desde hace años, fue superlativa en esta fecha en que antes toda la ciudad celebraba el 27 cuadra por cuadra, con fiestas de vísperas. Las calles permanecieron oscuras y silenciosas y fiestas de pocas personas constituyeron la excepción.
Los Comités de Defensa de la Revolución (C.D.R.) son organizaciones de vecinos por cuadra o edificio con fines de espionaje de cada ciudadano. El propio Fidel Castro en pasaje de su discurso de fundación, cuya grabación repitieron en el acto oficial que presidió este 28 los definió:
"…/un sistema de vigilancia colectiva revolucionaria y que todo el mundo sepa quien vive en la manzana y que hace el que vive en la manzana, y qué relaciones tuvo con la tiranía y a que se dedica, con quién se junta, en qué actividades anda; porque si creen que van a poder enfrentarse con el pueblo tremendo chasco se van a llevar/...
Adolf Hitler, estableció en Alemania una organización NAZI de vecinos con idénticos fines de vigilancia y que efectuaba una comida común con un caldo, inspirada de los ágapes de aquella sociedad comunista que fueron los antiguos espartanos.
En Cuba fue popular esta fiesta de vecinos ajena a la seriedad NAZI, los cubanos gustan de bailar y bromear. Pero ahora sólo reunió niños curiosos y media docena de vecinos en torno a una olla en la calle donde sin leña, en hoguera de tablas desechadas, cuecen un caldo para el cual el Gobierno donó una cabeza de puerco.
Es frecuente que los vecinos y hasta su propia familia, se desentiendan y dejen cocinando sólo al vecino que por su cargo en el C.D.R. tiene que preparar "la fiesta" de esa cuadra.
En los pasados años pese a la apatía por los festejos, la prensa continuó mostrando escenas de inmensas fiestas de calle, pero este 27 la T.V. no mostró ninguna, y el 28 el diario Granma fue el primero en 50 años sin fotos probatorias de "la alegría de la familia cederista".
El 28 el noticiero de televisión transmitió imágenes de una fiesta en La Ceiba.
Según un opositor: "Hace años había grandes festejos, fue una fiesta popular, salvo en cuadras con disgustos entre vecinos, hoy como regla general sólo asisten los más pobres e ignorantes, la mayoría de raza negra, a beber un poco de aguardiente malo y que les echen en un jarro el caldo, tienen hambre y allí consiguen comer un pedacito de dulce gratis, recogen lo que les dan y no se quedan a festejar, regresan a sus casas a ver televisión sorbiendo el caldo".
Los C.D.R pasan de la decrepitud a la muerte, fueron y aún son un poderosísimo medio de control de la sociedad por el Estado, destruyeron la privacidad, presionaron a "las masas" con "vigilancia" y sus cartas de "el compañero cumple las tareas revolucionarias que le asignan" imprescindibles para obtener plazas de empleo y de estudio.
Fraternizar en torno a una olla común les daba otro color.
Hoy, sin creyentes en "la Revolución", los C.D.R. quedan bajo la dirección de militares y comunistas "de oficio" que no pueden excusarse de dirigirlos y de vendedores de la bolsa negra, listeros de la bolita (la ilegal lotería) que prefieren dirigir ellos los informes a la policía a que otros informen sobre ellos.
Antes, casi todos los vecinos adornaban sus ventanas o balcones con la bandera cubana o la roja, estos 27 y 28 de septiembre igual que el pasado 26 de julio, casi nadie colocó banderas, ni siquiera los más vinculados al Gobierno.
En algunas cuadras tendieron un cable de una acera a otra con una bandera cubana, dejándola de noche y bajo la lluvia, lo cual prohíbe el ceremonial de respeto con que debe tratarse la bandera nacional, y que se hizo habitual ignorar bajo Fidel Castro.
Vi pocas, pero comparativamente más, banderas en Centro Habana y casi ninguna en San Miguel del Padrón, Luyanó y Santos Suarez. El anuncio televisivo para el acto oficial del 28 mostró ondeando una bandera roja de los C.D.R. desteñida de vieja.
En Santos Suarez no colocaron banderas en Rabí # 706, casa del coronel retirado Francisco Bartelemei, jefe de una red de delatores del barrio, ni en la "choza" de un millón de dólares que se construyó a expensas del Gobierno el fiscal militar González.
Peña y ni siquiera…en la Casa de la Asociación de Combatientes de la Revolución.
Signos de tiempos que Fidel Castro, acertando por error, calificó de "noche eterna": En Cuba no están para fiestas ni los más comprometidos con el Régimen y la baja del barómetro "revolucionario" anuncia, tras la calma chicha, tormenta.
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