lunes, 4 de octubre de 2010

Vigencia del "10 de Octubre"


Por Lcdo. Sergio Ramos

El 10 de Octubre de 1868 en el Ingenio La Demajagüa, Carlos Manuel de Céspedes junto a un puñado de cubanos, liberó a sus esclavos y declaró la independencia de Cuba, alzándose en armas contra la feroz tiranía de España. Luego se dirigió al poblado de Yara y tuvo su primer combate con las tropas españolas en lo que se conoce como El Grito de Yara. Había comenzado la llamada Guerra de los Diez Años. Las luchas por la independencia duraron treinta años. La independencia se logró 34 años después tras tres guerras contra España.

Pero la historia de Cuba post independencia ha sido accidentada. Los cubanos han tenido que padecer alzamientos, intervenciones foráneas, las dictaduras de los generales Gerardo Machado y Fulgencio Batista. Cortos fueron los momentos de democracia durante la defectuosa época republicana. Y ahora, la patria sufre cinco décadas de feroz dictadura totalitaria.

Después de 142 años de aquel levantamiento, el pueblo de Cuba sigue su saga por la libertad y la democracia.

Es interesante saber que aquella Declaración de Independencia contiene párrafos que interpolados al día de hoy tienen una vigencia total, como si aquel pronunciamiento nos lo dijeran a los cubanos de hoy:

“Nadie ignora que… gobierna la isla de Cuba con brazo de hierro ensangrentado; no sólo no le deja seguridad en sus propiedades, arrogándose la facultad de imponerle tributos y contribuciones a su antojo, sino teniéndola privada de toda libertad política, civil y religiosa; sus desgraciados hijos se ven expulsados de su suelo a remotos climas o ejecutados sin forma de proceso, por comisiones militares establecidas en plena paz, con mengua del poder civil. La tiene privada del derecho de reunión, como no sea bajo la presidencia del jefe militar; no puede pedir remedio a sus males sin que se le trate como rebelde, no se le concede otro recurso que callar y obedecer…”

En otro párrafo dice: “Así pues, los cubanos no pueden hablar, no pueden escribir, no pueden ni siquiera pensar y recibir con agasajos a sus hermanos que de otros pueblos le envían”… Y entonces sentencia: “Cuando un pueblo llega al extremo de degradación y miseria en que nosotros nos vemos, nadie puede reprobarle que eche manos a… para salir de un estado tan lleno de oprobio.”

La declaración fija los puntos que hoy día, todavía el pueblo cubano, clama frente a la dictadura: "Nosotros consagramos los venerables principios: Nosotros creemos que todos los hombres son iguales, amamos la tolerancia, el orden y la justicia en todas las materias; respetamos las vidas y propiedades de todos los ciudadanos pacíficos”… “admiramos el sufragio universal que asegura la soberanía del pueblo”…
“En general demandamos la religiosa observancia de los derechos imprescriptibles del hombre, constituyéndonos en nación independiente…”

¿Acaso, lo que en el ayer fue una justa demanda y una necesaria e inevitable rebeldía contra la opresión, no lo sigue siendo hoy ante la tétrica realidad cubana?

Entonces, ¿Qué esperamos? Nos toca hoy levantarnos al unísono como pueblo y dar, con distinto estilo, curso y circunstancias, pero con las mismas poderosas razones e ideales del ayer glorioso de los padres de la patria, un nuevo Grito de Yara, un nuevo ¡¡VIVA CUBA LIBRE!!

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