miércoles, 17 de marzo de 2010
Sobran las preguntas y faltan las respuestas
Por el comunicador comunitario Armando Rodríguez Lamas.
Foto: Policlínico.
“¿Qué funciona bien en Cuba?”, Yuniet Beina Hernández, vecina de la calle 120 No.11308 en el municipio de Marianao, se hizo esta pregunta al tener la necesidad de dirigirse al policlínico Carlos J. Finlay, ubicado en la Avenida 51 esquina a 124, con el objetivo de efectuarse unos análisis. Para ello tuvo que levantarse a las 5:00 am a pesar de vivir no muy distante del lugar, y cuando llegó ya había unas cuantas personas: “Pero al ir avanzando la mañana comenzó a congestionarse el lugar, que ya parecía imposible que me pudiera hacer el examen, la indisciplina de los mismos trabajadores de la salud que metían delante de todos los que desde bien temprano estábamos allí, a sus amistades o familiares, acompañado de la multitud, le daba un ambiente grotezco al Policlínico.”
“Finalmente salió una trabajadora que comunicó a viva voz que no se estaban haciendo serologías, ni creatininas; muchos de los que estábamos allí nos tuvimos que ir a otro centro de salud, para “resolver” de otra anera.”
“En verdad, un día malo lo puede tener cualquiera, pero aquí en Cuba son todos. A solo tres días de este suceso, salí de mi casa a las 4 y 10 de la tarde y me dirigí a la parada de ómnibus más cercana, que se encuentra frenta a la CUJAE (Centro Universitario José Antonio Echevarría) del propio municipio donde vivo, y la ruta P-9 estuvo sin pasar hasta las 6 y 20, o sea, dos horas y diez minutos después. Los estudiantes aglomerados en la parada no dejaban subir al ómnibus a nadie, de momento se llenó una de las guaguas y parecía como si no hubiera venido ninguna, pues la multitud continuaba allí.
“De buenas a primera vinieron 5 vehículos más, todos juntos, después de tanto tiempo sin uno, pero como para irritar más a los allí presentes, la inspectora se subía a cada uno y después de escribir en una tarjeta, conversaba un rato con el chofer, hasta que salía el auto. Hubo un momento en que parte del público no soportó más y hubo una gran indisciplina y gritería. Culpaban al gobierno de lo que sucedía y gritaron entre otras cosas: “Abajo Fidel”, dieron palmadas en las puertas de los vehículos hasta que finalmente se llenaron y se fueron”.
Y se pregunta Yuniet: “¿Hay necesidad de llegar a esto?” “Si existían los carros ¿por qué los que tienen que ver con ello no les dan salida equitativamente, sin que medie tanto tiempo entre uno y otro? ¿Para qué mandarlos todos juntos luego de dos horas? ¿Qué otra función hacen los famosos inspectores aparte de incomodar a la población?”
Foto: el autobús y la inspectora.
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