domingo, 7 de febrero de 2010
Nuevas generaciones, viejas casas
Por la comunicadora comunitaria Zoila Hernández Díaz.
Mientras el Noticiero de la Televisión Cubana y el periódico oficialista Granma, se deleitan en informar de las viviendas que místicamente se construyen en Cuba, en plena capital del país y específicamente en la calle Misión No.464 entre Águila y Florida, vive Madeline Lázara Caraballo Betancourt, quien nació en el año 1970 y no conoce otra dirección que ésta, pues es habanera de pura cepa.
La vivienda de Madeline fue sacudida por los ciclones Alberto y Michel, desde el año 1996, cuando comenzó a notarse el derrumbe del techo de la misma, manteniéndola inhabitable.
Caraballo confiada en la gran propaganda de la Revolución, se dirigió al delegado de su Circunscripción la No.44, primero a Edilio y después a Ramón, los cuales hicieron las gestiones necesarias para la asignación de materiales. Primeramente tejas, viguetas, arena, cemento y después madera y fibrocemento; todo lo cual fue desviado y nunca llegó a su destino en Misión 464.
Al pasar de los años, con esta misma situación Madeline tuvo su último hijo, a los 7 días de parida, tuvo que inevitablemente venir para su casa, sin techo, lo cual provocó que se le infestara la cesárea y tuviera que volver al Hospital, afectada de una peritonitis crónica que la dejó estéril para el resto de su vida.
Hasta este mismo momento Madeline no ha tenido respuesta de ningún organismo gubernamental de los que hayan atendido su caso y la actual delegada de la circunscripción, Yolanda, hace unos días que fue a cumplir una misión para Venezuela.
¿Hasta cuándo Madeline tendrá que soportar los embates de los fenómenos humanos que mal dirigen este país? ¿Qué otro órgano de su cuerpo tendrá que pagar las consecuencias de los irresponsables y apropiadores de lo que no les pertenece? ¿A quién más se tendrá que dirigir?
No obstante, hace 5 años, un inspector de la vivienda fue a su casa a verificar cómo había quedado el trabajo. Mientras tanto Madeline y los tres hijos que con ella conviven de 15, 10 y 2 ½ años tendrán que sufrir juntos.
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